el Constante

I.

Estos damos por sentado:

variación estacional, un sentido del constante;

la solidez sin fin de la tierra,

abajo; quizás solo miramos adelante

una distancia muy corta pero siempre será

suficiente para seguir siguiendo.

 

Hace quince años seguí una llamada,

una dirección aplicada a mis días

sin explicación, sin brújula,

paisajes para que fabricantes de mapas

decidieron no compartir su sabiduría.

 

Como sabemos cuándo hemos encontrado

lo que busquemos? Dejamos de pedir

si es la cosa correcta, y en vez,

buscamos su estad de ser correcto, en cada

otra cosa. Aplicación de observación acumulada.

 

II.

Fluimos por nuestras vidas como el agua,

como la sangre, como aceite. Pocos restos

quedan de lo que pensamos iba a pasar.

Los llamamos constante,

 

olvidando que la acción del agua

erosiona aun montañas, con tiempo.

Los geológicos te dirán, nada es

Perdido. Cada grano de arena que quitamos

De nuestros dedos, una historia más grande.  

 

Dicen que la truca es aprender:

los secretos de arena. Contando la mejor

historia. Si yo podría contar la historia

suficientemente dulce, podrías escucharla?

Te sentirías su verdad, y quedarías?

 

 III.

Quiero desvestirte por siempre:

desabrochar cada miedo, abrir la

cremallera de cada uno de tus deseos,

desnudarte de tus pesos; lentamente,

cada acto uno de descubrimiento,

un deseo de verte desnudo, de llevar

 

cada cicatriz a mi boca, para conocer

la historia de cada piecito. Para adorar

cada imperfección perfecta, sentir el

agua como surge por ti.

Te convierto en constante.

 

Todo esto tiempo: es el estado de

ser correcto, tuyo, que busque en cada

atardecer, canción, poema;

cada grandiosidad del arco de cada

paisaje. Tu presencia encontrada

en granos infinitos de arena.

 

IV.

Si una estación pueda extender por una vida

entera, la llamaríamos, nuestro constante.

Diríamos que las probabilidades fueron derrotadas,

que rosas floraron en el invierno, que miramos

la primavera en cada acto de generosidad.  

 

Diríamos que el miedo fue disuelto en

el agua, que la sangre nos alimento

desde adentro, diríamos que el aceite

fue el tipo de penetrar y restaurar la piel.

 

Podríamos alcanzar y agarrar cada uno

de estas cosas, si solo podríamos aprender 

que el infinito no tenga espacio para el miedo.

Que la duda, ella misma, es un constante; la tierra

Mueva, y su movimiento nos abruma.  

 

Y seguimos adelante, lo permitimos

abrumarnos por su tiempo, y después,

si tenemos algo de coraje,

hagamos la cosa, de todos modos.