poema: Cuatro de Cinco

Te digo, te quiero. Te digo, te permito entrar.

y después, me pongo asustada, corro afuera

para conocer los sonidos de la noche-

tecolotes, chotacabras, fuegos artificiales,

cualquiera- cualquiera que se puede calmar

esta caida libre esta nerviosidad

cuando alguien tanto como

menciona tu nombre alredadorme.

Ellos saben? Es obvio?

Te escondo atrás de capas y atrás de

fachadas del ladrillo, pretendiendo,

hasta que conocemos, o no.

 

y que significan, esas palabras?

poetas por edades han discutido su existencia,

científicos dicen, podemos explicar parte,

no todo, de la locura. Aquí pienso yo:

 

te doy las llaves para elegir

dañarme, o curarme, desde adentro,

para conocer la selva de mi corazón,

y domesticar una parcela pequeña, como

tuya. para dañarme, como sé que lo harás,

como seres humanos caprichosos siempre

harán- dañar, con las intenciones mejores

y peores, los quienes cuyos labirinto

interior se pueden manejar por la luz

de las estrellas.

 

Fácil de decir, que vale probar? Abismos

fueron hechos para ser explorados por

la juventud, los sin heridas. Pero, hay esto, también:

 

si buscas en los lugares correctos, donde presión

se volvió en roca; cerner suficientes piedrines,

y descubrirás un diamante

en tu palma.

 

Mi te quiero-

Una licencia para destruirme, sabiendo

simplemente sabiendo, que no lo harás.

Me conozco. Te aprendo. Elegirás a elevarme

en vez; te doy mi fe que me dañaras no más

que lo necesario- que en su lugar,

seleccionaras palabras y hechos

que cultivan la humanidad, la realidad

desorganizada, de este espacio; tu domesticación

aumentará, no limitara, el crecimiento

de lo mejor en mí.

 

Creo que encontremos un espacio

donde similar respeta a similar, la diferencia

se llama a la diferencia, diamantes son

descubiertos en suelos tropicales,

y la realidad es que hay forma de amor

que existe sin exigiendo un peaje

en el usuario. Siempre creí en el poder

de luz de las estrellas. Tengo la misma fe,

también, en ti.