El Arte de la Transcendencia

Es el arte de saber que nadie lea tus letras- y

de todos modos, seguir escribiéndolas, porque para

no escribir es para morir 10,000 muertes pequeñas,

en vez que una, en esas maneras insignificantes que

jamás puedan ser medidas justamente en términos

de horas perdidas.

 

Es sobre el hecho de casi morirse de lo que equivocaste

por amor la última vez, levantarte de la forma de pelota

rizada en el piso, limpiando el polvo de tu corazón, para

ofrecerlo otra vez, a alguien más.

 

Es sospechar que nada que creas o pienses

o hagas o digas será jamás recordado, importante-

y con dolor de cuerpo, levantando otra mañana para

seguir creando, hablando, haciendo.

 

Es reconocer que él no te había llamado o escrito

por los últimos 3 meses cuando dijo que iba a hacerlo,

y aun ahogando en sus ojos lindos y sonrisa bondadosa

cada vez de tener 15 minutos para verle.

 

Es ser dicho por el hombre que le ames para olvidarle,

dejarle salir, seguir adelante- que unas cosas, aun las

más bonitas, no son destinados ser- y buscarle aun

en cada alma nuevo que encuentre el tuyo.

 

Es la realización que eres incomprehensible a casi

todos, pero siguiendo extender tu mano, crear tu

arte, amar el jodido mundo entero y cada cosa

dentro de él. Esperando que caiga el hacha,

 

viviendo por esos momentos infinitamente raros,

especiales, preciosos; esas palabras magias, “Tu

importas. A mí, a él, a todos nosotros.” Es esperar

15 años para un “gracias” que sepas probadamente

nunca recibirás.

 

Es escuchar, cada día, en docenas de maneras,

“Tú no perteneces aquí,” y enluciendo la sonrisa falsa

en tu cara, enderezando la curva del anoche de tu espina,

mirando el mundo en sus ojos, atreviendo a simplemente

seguir. Existiendo. Por tus propios términos.